La mujer que no quería amar

grosz-spainReseña del editor

«La filósofa Simone Weil cuenta cómo dos prisioneros en celdas contiguas aprenden, durante un período muy largo de tiempo, a comunicarse dando golpecitos en la pared. «El muro es la cosa que los separa, pero también es su medio de comunicación -escribe-. Cada separación es un vínculo.» Este libro trata de esa pared. Trata de nuestro deseo de hablar, de comprender y de ser comprendidos. Es también sobre escucharnos mutuamente, no solo las palabras, sino también los espacios que hay entre estas. Aquí no escribo sobre un proceso mágico, sino de algo que forma parte de nuestra vida cotidiana: golpeamos la pared, y escuchamos.

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Actualidad editorial:

Todos somos narradores, nos gusta elaborar historias para dar sentido a nuestras vidas. Pero no es suficiente contar historias, hace falta alguien que escuche. En su consulta, el psicoanalista Stephen Grosz lleva 25 años desvelando los sentimientos ocultos tras las acciones más sorprendentes. La mujer que no quería amar (Editorial Debate, 2014) trata de un proceso muy habitual: hablar, escuchar y comprender. Sus historias aforísticas y elegantes nos enseñan un nuevo tipo de atención. También revelan un delicado retrato del trabajo del analista, y muestran cómo las enseñanzas obtenidas en la consulta pueden significar tanto para él como para el paciente. En definitiva, nos ilustran sobre cómo nos perdemos, pero también sobre cómo nos podemos encontrar. Este no es un libro sobre psicoanálisis, son historias sobre nuestra vida cotidiana: desde la cuna hasta la muerte, las personas que queremos y las mentiras que contamos; los cambios que afrontamos y el dolor. Un destilado de más de 50.000 horas de diván, sin ninguna jerga.

 

A través de las sencillas historias de sus pacientes, Stephen Grosz nos señala cómo vivir. La filósofa Simone Weil cuenta cómo dos prisioneros en celdas contiguas aprenden, durante un período muy largo de tiempo, a comunicarse dando golpecitos en la pared. «El muro es la cosa que los separa, pero también es su medio de comunicación -escribe-. Cada separación es un vínculo.» Este libro trata de esa pared. Trata de nuestro deseo de hablar, de comprender y de ser comprendidos. Es también sobre escucharnos mutuamente, no solo las palabras, sino también los espacios que hay entre estas. El autor no escribe aquí sobre un proceso mágico, sino de algo que forma parte de nuestra vida cotidiana: golpeamos la pared, y escuchamos. En el New York Times comentaron que La mujer que no quería amar es como «una combinación entre Chéjov y Oliver Sacks».